Gracias a dios usted lee este blog, si no fuera por eso, estaría condenado al olvido cibernético.
Todo está condicionado en algo, fuera valentía, adiós capacidades, cero esperanza. Bienvenida la fe ciega, la condición incierta y la incapacidad espiritual.
El convencimiento gaseoso de que en algún momento dios lo hace, lo puede y lo permite no solo es una condición básica del Ser, sino un aspecto que daña el Ser, lo reduce y lo somete a un postulado insensato y de bajo valor social.
Un “gracias a dios” se convierte en la impertinencia del creyente ante los ojos del mundo que lo aplaude, un gracias a dios es la cuota falsa de la humildad religiosa, un gracias a dios es la razón que permite desconocer las capacidades humanas.
Por el buen trabajo “gracias a dios”, por la relación nueva, por el carro nuevo y torpemente por ganar un partido de futbol gracias a nada. Así celebran los creyentes, tal vez como una forma inconsciente de no reconocerse como triunfadores genuinos, o tal vez como la forma consciente y deliberada por creerse un instrumento divino y en el peor de los casos como los ratones de un experimento celestial.
“Gracias a dios”, probablemente tenga un valor espiritual que rellena una parte de impotencia humana y tal vez por eso, nunca un creyente desertará el lenguaje confuso que a diario utiliza.
La peor manera de decir “gracias a dios” es frente a usted mismo, creyente.
Todo está condicionado en algo, fuera valentía, adiós capacidades, cero esperanza. Bienvenida la fe ciega, la condición incierta y la incapacidad espiritual.
El convencimiento gaseoso de que en algún momento dios lo hace, lo puede y lo permite no solo es una condición básica del Ser, sino un aspecto que daña el Ser, lo reduce y lo somete a un postulado insensato y de bajo valor social.
Un “gracias a dios” se convierte en la impertinencia del creyente ante los ojos del mundo que lo aplaude, un gracias a dios es la cuota falsa de la humildad religiosa, un gracias a dios es la razón que permite desconocer las capacidades humanas.
Por el buen trabajo “gracias a dios”, por la relación nueva, por el carro nuevo y torpemente por ganar un partido de futbol gracias a nada. Así celebran los creyentes, tal vez como una forma inconsciente de no reconocerse como triunfadores genuinos, o tal vez como la forma consciente y deliberada por creerse un instrumento divino y en el peor de los casos como los ratones de un experimento celestial.
“Gracias a dios”, probablemente tenga un valor espiritual que rellena una parte de impotencia humana y tal vez por eso, nunca un creyente desertará el lenguaje confuso que a diario utiliza.
La peor manera de decir “gracias a dios” es frente a usted mismo, creyente.