Mario Alejandro Lemus.
Antes de cumplir
los 15 Años, comencé a preferir las pequeñas y temporales verdades de la
ciencia, que las grandes e infinitas mentiras de la religión, y en ese camino
indudablemente se atravesó el colegio donde estudie mi bachillerato,
antagónicamente llamado Nuestra Señora de Fátima.
Recuerdo mis 16
años, cuando empezaba la clase de “religión”, en la que, cada vez me sentía incomodo,
pues creía que esa materia debería parecerse más a una clase de historia, pero se trataba de oraciones y valores
“católico-cristianos” predicados por un profesor diacono de una Iglesia
católica cercana a mi barrio, contradictoriamente de nombre Pastor, del que
recuerdo llegaba cantando con alegría. Ese momento servía más para pasárnosla de
desordenados tocando fuerte los pupitres al son de los aplausos. Eran los primeros años del nuevo siglo, la
ciencia cada vez más rápido va aportando a la humanidad luces sobre el pasado,
el presente y el futuro, datos interesantes que no valían la pena ser apartados
de nuestra adolescente vida, pero
lamentablemente era así. De todas formas me resistía a recibir ese tipo de
educación religiosa contraria a mis apreciaciones, eran los meses en que dios
ya no existía para mí.
Años antes, a los
11, había hecho la ceremonia de primera
comunión, aunque en mi se alejara la idea del dios omnipotente (léase tirano)
la figura de Jesús me representaba una dimensión inversa de la Religión y la
historia comúnmente conocida. Así, con la idea de que a través de la Primer
comunión recibíamos a Jesús, acepte asistir a las reuniones. Y si, se hablaba
de Él, pero de una forma desfigurada, no tan peor que las iglesias evangélicas
de hoy, sin embargo por la tradición y el entorno termine por dejar correr
aquel proceso, sin saberlo me sentía un agnóstico. Jesús era para mí algo más cercano, más
humano, más pasional desde un punto de vista material, jamás acepte la historia de la concepción por
el espíritu santo y mucho menos la de ser dios mismo o un enviado de este, pues
el concepto sobre Jesús giraba en torno a dos cosas ; su naturalidad y la Igualdad
que pregonaba. Más tarde luego de muchas reflexiones, de lecturas, investigaciones y conocimiento, comprendí que
El no sería el único en la historia que luchó por la igualdad entre los
hombres. Pasó del plano ejemplar a ser uno más de la historia de la Humanidad,
como muchos otros Hombres y Mujeres.
El Profesor
aquel, me sugería visitar la biblioteca
mientras hacia su clase (léase liturgia), y leyera sobre Marx y Ateísmo para
que al final de la hora entregara un trabajo
escrito a mano de las conclusiones que sacara de los textos, con gusto
aceptaba su positiva alternativa. A los
trece años, la inquietud hizo que curioseara tratados gnósticos, escritos
metafísicos, para encontrar alternativas al esquema cristiano del contexto, pero fue imposible conectar mis ideas con
estas creencias que en resumidas cuentas plantean los mismos enfoques
idealistas, añadiendo el problema de la desorientación al sentido de la vida material (animal),
despojando al hombre de su condición, convirtiéndolo en una especie de ser
sobrenatural y perfecto de la creación, por encima de cualquier criatura
terrestre.
Haber encontrado
algunas orientaciones materialistas de Marx, antes que el profesor me sugiriera
leerlo, me llenaba de coincidencias enriquecedoras, los ensayos de A. Oparin,
los documentos de Engels, Politzer etc. me daban cada vez mejores argumentos para
sostener mis apreciaciones al correr los años de la adolescencia.
Indudablemente,
me trajo demasiados problemas no encajar en el entorno. Con mis compañeros y
compañeras, amigos todos, la cosa transcurría normal, pues nunca entraba a
chocar ideas con alguien, nadie las tenia. Mientras tanto con los adultos, la
cosa era a otro precio. Los conflictos necesarios comenzaron a desarrollarse de
una manera muy combativa, rechazaba la actitud autoritaria de los docentes y me
negaba a recibir instrucciones secas y rígidas, mantenía una relación de
respeto con aquellos que respetaban mis alteradas conductas y una relación de
insubordinación con los que me trataban de manera hostil.
Lógicamente no
era un santo, pero nunca fui destructivo, violento e irracional y frente a mis
compañeros jamás existió confrontación alguna. El rendimiento académico no fue ansioso para mi, sostenerme en las
notas medias era algo normal y consecuente, pues no me animaba en lo más mínimo
estar por encima de nadie, al contrario cuando un tema lo comprendía bien, me
proponía explicárselo a quien lo necesitara.
Un sentimiento
Antiimperialista comenzó a fluir, las clases de geografía continental americana
y la historia colombiana, clarificaron el lenguaje político que nacía, la
rebelión de adolescencia encontraba su campo de estudio y el ateísmo
practicante se mezclaba entre la historia universal. Poco a poco mis ideas fueron tomando cada vez
un componente político, comenzó a interesarme cada vez más la economía y la
constitución, y de repente el socialismo fue mi orientación.
Era lógico, los
principales Ateos de los que tenia referencia, hablaban y teorizaban sobre el
socialismo o el comunismo,
interconectando la política y la filosofía en un ballet interminable,
haciéndola para mi enriquecedora y razonable, expandiendo aun más el horizonte
inexplorado, sometiendo mi ateísmo a una transformación más pragmática y
abierta, de miles de posibilidades y argumentos, más allá de la simple
refutación teológica, y las contradicciones inherentes a los dogmas
establecidos, con mayor determinación y profundidad social, encontrando validas
las opciones utópicas ante la
incongruencia de las creencias inaplicables .
No todos los
ateos se identifican con el socialismo, ni siquiera militen en partidos de
izquierda, pero en general, la experiencia conduce a establecer criterios políticos
y filosóficos, alrededor de una sistema basado en el apego a las relaciones
sociales más humanas y profundas, tal vez para encontrar la igualdad que en
nuestro corazón libre expresamos ante la injusticia mundial.
En mi
experiencia, puedo decir que el ateísmo me ha traído libertad, relativa o no, siento mayor el espacio de
posibilidades a ciertos fenómenos, el origen de la vida, el origen del hombre,
las especies, el universo, sin tener que adoptar una postura intelectualmente
estrecha, desalojando de mi mente ideas absurdas e incoherentes que esclavizan
al hombre a creer tener la verdad o
creer que nunca la conocerá.
Excelente el relato de ruta hacia el ateismo muy similar a la mía. Me encanta saber que hay gente como vos en este mundo que sabe pensar y no se deja influenciar por tanta mentira en esta sociedad permeada por tanta mentira de las religiones. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Nayaran. Un abrazo.
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